Una
mañana de domingo radiante y calurosa, se convirtió en la escusa perfecta para
que Daniel especulara que trabajar en la granja de su padre sería un
desperdicio, sabía que todos sus amigos estarían en el lago, y él haría todo lo
posible por no perderse éste encuentro. En principio, faltar a trabajar sería
para su Padre un gran agravio, y una deshonra para su Madre. Pero casado de la
rutina quería tener un momento de distracción juvenil.
Daniel,
cuyo trabajo consistía en sembrar y recolectar uvas, debía encontrarse siempre
preparado para cumplir con dichas labores. En su casa, y por motivos de la
tradición familiar, al hijo primogénito le correspondía desprender los frutos
el día domingo antes de las dos de la tarde, de esta manera obtendrían una
recolección fresca y a tiempo, antes de que el sol completara su ciclo dañando
los productos.
Sin por
menores, y un poco desinteresado por lo que ocurría a su alrededor, decidió
dirigirse al lago al encuentro con sus amigos. Pero al llegar allí observo que
ninguno de ellos estaban, los espero por más de cuatro horas, y nunca apareció
nadie.
Al llegar
a casa, eran más de las 6 de la tarde, su Padre totalmente furioso lo
reprendió, y le dijo que la situación económica del país no se encontraba bien
como para haber dejado dañar las uvas. Daniel sabía que sin lo producido del
domingo no podrían comer en la semana. Como castigo, y no sólo para Daniel,
sino para toda la familia, tendrían que comer los frutos deshidratados.
Daniel
quien se caracterizaba en su familia por tener el orgullo más grande, sabría
que los ojos de sus padres y de sus cuatro hermanos estarían siempre sigilosos
a sus movimientos, para molestarlo y culparlo. Él se dio a la tarea de
encontrar una forma rápida, y lo más pronto posible para adquirir dinero, y de
alguna manera pagarle a su padre toda la producción. Aunque sus tierras no eran
muy grandes, la producción de uvas, en ese entonces, era bien pagada, y las
grandes industrias licoreras compraban a buen precio está clase de frutos.
Desde su
punto de vista un poco ingenuo, y decidido en solucionar las cosas con su
Padre, se encamino en la búsqueda de la licorera más cercana, y como
propósito vender estos frutos deshidratados. Pero, al llegar allí pudo observar
que todo estaba cerrado, y que los trabajadores se habían marchado por
completo. Para él era un poco complicado entender este fenómeno, pero al llegar
a casa y conversar con su Padre al respecto, le comentó que el país se
encontraba en crisis económica, y que era la más grande del mundo, que no les
había querido decir nada para no preocuparlos, pero que vendrían épocas de
hambre.
Los ojos
de Daniel, un poco aguados y con un gran nudo en la garganta se desataron a
llorar, y le pidió perdón a su Padre por no haber recogido las uvas en el
momento en que se requería, pero el padre le contesto, no te preocupes hijo ya
nada importa al respecto, al fin y al cabo tampoco las hubiésemos podido
vender.
Estás
pablas frías, no por el tono , sino por su representación, se gravaron en su
cabeza con un mensaje latente el cual se repetía se repetía, y cada vez más con
mayor impacto.
La
migración se presento en esta época como una de las soluciones más prontas,
para mejorar la situación económica, pero para la familia de Daniel esto era inconcebible,
su Padre se negaba en dejar su tierra, y su Madre aunque un poco desconcertada,
decidió que lo mejor era irse de allí con sus hijos, Daniel quien era el mayor,
se encontraba en una disertación, si acompañar a su padre, hasta que el hambre
los matara, o marchase con su Madre.
Decidió
en hacer lo mejor, opto por irse con su Madre hasta donde más pudiese, y así
conseguir alimentos para traerle a su padre. Nueva York, se encontraba a 25
kilómetros, el trayecto era muy complicado, dado a que no existían carreteras
en su totalidad, y medios de trasporte tales como carros sólo podían ser
comprados por ricos, y millonarios, entonces tendrían que caminar.
Al llegar
a Nueva York, descubrieron que las cosas allí estaban peor, y que lo mejor
hubiese sido conservar aún más la calma, y tratar de pasar sólo con uvas, por
el resto de la crisis. Daniel desconcertado por todo, y preocupado por su
Padre, tenía algo entre manos, al recordar que algún día vio como uno de sus
amigos manejaba un carro.
A eso de
las 6 de la tarde, en medio de alborotos y protestas, Nueva York se encontraba
infectada de un plaga de rapases y desesperados seres humanos, en donde algunos
habían perdido todo, y en donde otros que debían ya no debían nada. pero que se
unían en una sola causa, y era la de que el Gobierno acabara de una vez por
todas con esta crisis.
El robar
un carro, era una solución tan inteligente como la de no robárselo, pero para
Daniel ya nada importaba. Daniel esperó en una esquina un poco solitaria
y oscura donde la frialdad de una farola, cada vez se opacaba más, diagonal a
su posición llego un hombre en un carro, quien tal vez era millonario, entonces
con un destornillador en la mano se acerco hacia él, y sólo amenazándole le
pidió que se bajara, al montarse allí Daniel se preocupo aún más por el hecho
de no saber manejar, y en este momento se acercaron dos hombres, quienes lo
golpearon y lo aporrearon. Su Madre decidió que lo mejor era volver a casa, con
mucho esfuerzo y sacrificio pudieron llegar en 5 días.
El Padre
vio la situación en la que se encontraba su primogénito. El comprender que la
muerte se aproximaba a su casa, era una asombrosa y triste interpretación de la
realidad de la ciudad, y aún más de la vida. Al fallecer Daniel, su Padre y su
Madre, comprendieron que la crisis económica, era sólo una invención ficcional
por parte de unos Gobernantes, quienes harían padecer al pueblo de todos
los males, y que su objetivo era que se mataran entre ellos mismos, a causa de
deudas, robos, y desesperaciones.
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